jueves, 3 de noviembre de 2011

Añoro mi Viejo Reloj

Siempre he creído que los objetos se impregnan de las personas que los poseyeron. Han pasado por mis manos objetos cuyos dueños tuvieron vivencias intensas y siempre he sentido un escalofrío al notar toda la energía e incluso las imágenes que me transmitían.

He tenido en mi mano la brújula Livingstone y he revivido su encuentro con Stanley, sintiendo la misma pena que él por ser encontrado cuando creía que su vida acabaría en África lejos de la ingrata Europa. La carta náutica de Juan De La Cosa me ha transmitido la ilusión y la angustia de tratar de plasmar el Nuevo Mundo en una cartografía inédita y cargada de misterio. El humilde tazón de loza que encontré en una casa de un pueblo abandonado de la Sierra de Uña me habló de toda una vida apegada a una tierra dura y hermosa que no permite demasiadas alegrías pero sí muchas penas. Pero nada me ha transmitido más que mi viejo reloj, herencia de mi abuelo. Las selvas de Filipinas cuando aún eran jóvenes han desfilado delante de mis ojos y he olido la lluvia de la tarde en las hojas de sus inmensos árboles. He combatido con los mambises en la hermosa Cuba y he sentido el miedo de ver a los norteamericános rematar a los heridos en el campo de batalla sin poder hacer nada. Han desfilado por mis ojos los nacimientos de familiares que nunca conocí y que emigraron a tierras lejanas, pero que conocí gracias a mi viejo reloj. Tantas vivencias en un pequeño trozo de  metal que no caben en unas pocas líneas escritas.

Mi querido y viejo reloj te añoro desde que un desamor convertido en venganza te apartó de mi lado. Echo de menos tu tacto metálico pero lleno de vida que me atraía desde que era un niño. Recuerdo tu suave tictac como un diminuto corazón que te ataba a la vida y que tenía que reanimar cuando se terminaba la cuerda de tu resorte. Espero que la mano que te separó de mi te valore y no te impregne de su presencia cargada de rencor.

No me atan las cosas, pero hay pequeños objetos que se cargan tanto de lo que vivieron sus dueños que me gusta poder tocarlos de vez en cuando como una especie de rito iniciático que me lleva a vivir otras vidas o a recuperar fragmentos de las vidas de otros.

Me hubiera encantado poder enseñarte mi viejo reloj para que conocieras mi alma y mis recuerdos, pero no ha podido ser. Puede que sea mejor así, que me descubras por mis actos y por mis caricias, por que será la garantía de que nunca me olvide de que cada día tendré que ganarme el privilegio de estar a tu lado.

Querido reloj transmite los recuerdos que tienes a quien te toque para que no se pierdan. No deben olvidarse todas las cosas que atesoras y ocultas para que unas manos receptivas puedan disfrutar de lo que tienes adherido a tu esqueleto metálico. Hazte más sabio con lo que absorbas de otras vidas, pero búscame, quiero que cuando mi último viaje esté cerca, pueda volver a vivir todo lo que escondes e inicie la singladura con la serenidad de que todo pasa lentamente por nuestras vidas tal y como la luz da paso a la oscuridad.

No  me olvides soy alquibla el navegante el que sabe el camino de regreso a casa que no es otra que tú casa.

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