jueves, 3 de noviembre de 2011

La Espera

La veo acercarse como un como una inmensa ola que me engullirá sin remedio. Es la espera. La enemiga de cualquiera y que aparece de vez en cuando en nuestras vidas para recordarnos que estamos a merced de algo o de alguien sobre el que no podemos influir y solamente nos queda vivir con la sombra de esta canalla volando sobre nuestras cabezas.

He perdido la cuenta de las veces que me ha tocado esperar la resolución que nunca llega  y al final siempre era negativa. Tengo la impresión que la espera no es más que una muerte lenta que nos arrastra hasta la decepción una vez más, la inevitable demora de lo que intuimos acabará mal pero que nos mantiene en un estado de incertidumbre sobre nuestro futuro que parece a veces radiante, para convertirse en sombrío en otros.

Siempre me ha resultado nefasto el resultado de la espera. He aprendido a ser paciente, pero creo que en mi paciencia hay un espíritu fatalista que me arrastra a prepararme para lo peor, por que esperar no es más que empezar a olvidar. Sí, olvidar lo que pudo ser, lo que nunca llegará a ser pero que un mal entendido sentido del pudor maquilla para que sea menos doloroso, como si el dolor desapareciese por retrasar el golpe final.

Pero a todo nos acostumbramos y la espera y yo somos ya viejos conocidos que nos buscamos los flancos desprotegidos para hincar nuestras armas dónde más duele, pero por desgracia su pericia es mayor que la mía y encuentra muy rápido dónde hacer mella y causar el mayor dolor posible, pero no por eso retrocederé. Te espero vieja compañera para que una vez más nos veamos las caras sin testigos ni tregua. Uno de los dos sufrirá, tú si al final todo lleva a buen término o yo si una vez más tu presencia no es más que la antesala del olvido.

Si lees esto cuando la espera haya finalizado y el resultado haya sido una vez más la oscuridad sobre mi negro corazón, no te preocupes es parte de mi sino y siempre me pasará lo mismo. Seguiré y seguiré en la lucha desigual con la espera para constatar una vez más que no tenía posibilidades de vencer, pero quizás solamente me importa la lucha, el resultado es lo de menos. Simplemente sentirme vivo aun a costa del dolor. Por lo menos notar que las cosas me duelen, que todavía no me he enquistado en la indiferencia y en la desidia que emborracha el sentimiento.

Cuando leas esto sabrás que es para ti y espero que tu boca me diga por lo menos adiós, para tener un mínimo recuerdo que me alegre y me sustente en la oscuridad en la que nado cada día.

No te preocupes, sobreviviré es mi maldición siempre sobrevivir a todo y a todos para que no cese nunca la espera.

Recuérdalo soy alquibla el navegante el que conoce el camino de regreso a casa, aun a un coste que no merece la pena.

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