jueves, 3 de noviembre de 2011

El Olor de la Tormenta

Desde siempre he tenido ese don. Puedo oler una tormenta a muchas millas de distancia, cuando todavía no es más que un retazo de viento que pasa desapercibido y sin causar daño. No sé si esto es algo bueno o malo, pero lo tengo dentro de mí y no puedo evitarlo. He olido tormentas que nadie se atrevía a presagiar y cuando claramente la brisa me traía ese aroma fresco y penetrante siempre he acertado con la anunciada visita de su majestad la tormenta.

Una mar encrespada con un coro de rayos y truenos no es un espectáculo para seres miedosos o sin una porción considerable de valor, pero a mí me causa siempre el mismo efecto; es una mezcla de admiración y de incertidumbre. Lo primero es fácil de explicar, un ser humano en medio de la mar ante una tormenta, no es nada o menos que nada todavía. Su vida está en las manos del imponente fenómeno que se desata y nada ni nadie le protegerá suficientemente. Un movimiento caprichoso del gran monstruo y tu  vida se desvanece como la niebla matinal sin dejar ni rastro. Explicar la incertidumbre que me causa una tormenta es algo más complejo. Tiene que ver con la sensación de oportunidad que siempre siento cuando la tormenta finaliza. Es una gran ocasión, continúo vivo y todo lo que el coloso atmosférico ha arrastrado no es más que lastre en tu vida para avanzar hacia una situación mejor. Realmente es una gran oportunidad que no se debe desaprovechar por que puede que sea tu última tormenta por lo que la desazón siempre me embarga como si fuera a la primera cita de una novia. Cuando navegaba con Ahab siempre afilaba mi sable de asalto antes de una tormenta para estar listo ante lo que pudiera acaecer. Quien sabe si vendría la vida o la muerte, pero me encontraría preparado para plantarle cara y aguantar hasta el final.

Desde hace un tiempo, tengo la sensación de que una gran tormenta se aproxima. Estoy clavado en esta tierra, pero huelo la proximidad de mi adorada amiga. Por ahora ronronea como un gato, pero seguro que rugirá como un tigre pronto. Es lógico que se acerque, no pueden seguir las cosas como hasta ahora. Esta vida es una sucesión de días vacíos marcados como las cartas de un tahúr barato. Los valores que nos tratan de vender no son más que fuego de San Telmo que brilla en el mástil de mi barco sin ninguna continuidad. Dinero, poder,…. ¿qué más engaños nos quieren enseñar? La tormenta que borre todos estos rancios conceptos de mercachifle se acerca lenta pero inexorablemente. Ya percibo su presencia y puedo oír cómo me susurra en la oreja en lenguas de continentes desaparecidos bajo las aguas, que todo está apunto de cambiar. Dime lo que ves a través de tus preciosos ojos olivino por que yo huelo la tormenta, la definitiva y mientras tanto mi sable llora pedacitos de estrella al chocar con la piedra. Hay que estar preparados por que todo cambiará.

No lo olvides, soy alquibla el navegante y te espero en esta travesía.

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